Calles y avenidasCurazao, Aruba y Donaire
Con gran sentido de oportunidad, la profesora Thelma Frías abogó, y logró, que se nombraran calles en homenaje a naciones hermanas para que República Dominicana ganara aceptación y mejorara sus relaciones hermanos.
A la reconocida luchadora antitrujillista y fundadora del Partido Revolucionario Dominicano, profesora Thelma Frías de Rodríguez, se debe la existencia en Santo Domingo de tres calles con los nombres de “Aruba”, “Curazao” y “Bonaire”.
La dama, quien antes había sido senadora del Distrito Nacional, hizo la sugerencia en una comunicación que envió al entonces Presidente Joaquín Balaguer el dos de septiembre de 1967. Era cónsul de la República en Aruba y entendía que con las designaciones el país lograría “un mayor acercamiento con los gobiernos de estas islas”.
En la extensa misiva al mandatario, fechada en Oranjestad, Aruba, la señora relataba a su “amigo”: “Anoche estuve en casa del Gobernador en una fiesta que dieron al Vice Primer Ministro de Holanda, y el señor Gobernador y su esposa me volvieron a manifestar sus deseos de ir a Santo Domingo. Lo mismo me ha dicho el gobernador de Curazao, el doctor Debrot. Se me ocurre que si ponemos los nombres de Aruba y Curazao a sendas calles de un ensanche de la Capital, el Ozama, por ejemplo, y los invitamos para que vayan a develar las tarjas, lograríamos un mayor acercamiento de los Gobiernos de estas islas, tan ligados a nosotros por vínculos de historia, de comercio y de raza”.
Agregó que las Antillas Holandesas “siempre han cooperado en los momentos de desgracia de nuestro país y aquí han encontrado albergue desde los Padres de la Patria hasta los humildes obreros de las refinerías que aquí han formado sus familias y residen desde hace décadas gozando de todos los privilegios...”.
Ya Frías de Rodríguez había logrado que se aprobaran en ese sector las denominaciones de “Venezuela”, “Costa Rica” y “Puerto Rico” para igual número de avenidas, según consta en la comunicación.
Una calle más. La sugerencia de Thelma Frías no encontró apoyo en lo inmediato. Dos años después, en un viaje que realizó a Santo Domingo, la cónsul insistió en su propuesta, que esta vez se publicó en la prensa, en enero de 1969. Ahora declaraba que además de Curazao y Aruba se bautizara como “Bonaire” otra calle del ensanche Ozama.
Al mismo tiempo pidió que se invitara a la inauguración a funcionarios de esas islas para que cortaran las cintas simbólicas en los actos.
Declaró que el entonces gobernador de Aruba, Oscar Henríquez, le había manifestado sus deseos de visitar la capital dominicana. “Sería muy oportuno tenerlo entre nosotros como huésped de honor”, significó al tiempo que proponía la celebración de una semana Dominico-Holandesa.
De Balaguer a Quezada. Es probable que las designaciones de esas calles tuvieran lugar entre los años 1969-1970, aunque desde el mismo mes de septiembre de 1967 el Presidente Balaguer había acogido con simpatía la sugerencia de Frías.
En el memorandum 33985 del 26 de septiembre de ese año, José A. Quezada T., secretario administrativo de la Presidencia, expresó el deseo del mandatario al secretario general de la Liga Municipal Dominicana vía el secretario de Estado de Interior y Policía. “El Excelentísimo Señor Presidente de la República me ha dado encargo de recomendarle encausar la gestión pertinente a fin de que el organismo competente tenga a bien considerar la posibilidad de que sean designadas sendas calles de esta Capital con los nombres de “Curazao” y “Aruba”, como una demostración de simpatía de nuestro país, que estrecharía más los tradicionales lazos de amistad que unos unen a esas islas holandesas”, escribió.
Para la motivación, Balaguer destacó que las citadas ínsulas eran “dignas de justo reconocimiento constante” porque “en aquellas pequeñas antillas han encontrado acogedora hospitalidad todos los dominicanos, desde los Padres de la Patria en sus nostálgicos y amargos días de exilio hasta nuestros humildes obreros que han asegurado su medio de vida en sus refinerías de petróleo”.
Dijo que el comercio nacional se había nutrido en esas islas “con su apreciable y tradicional mercado de consumo de nuestros productos” y que “en momentos aciagos en que nos ha abatido el infortunio hemos recibido el testimonio efectivo y espontáneo de los sentimientos de solidaridad de aquellos pueblos siempre prestos a manifestaciones de hermandad con nuestro pueblo”.
Además del “!Ozama”
En el ensanche Ozama están las calles “Curazao”, “Aruba” y “Bonaire”. Pero además se designaron “Bonaire” y “Curazao” vías de otros barrios. Hay calles “Bonaire”, también, en Villa Carmen, Villa Faro, ensanche Juan Pablo Duarte y Alma Rosa. La “Curazao” está además en “El Milloncito II” y “Alma Rosa”.
Es probable que esas otras denominaciones representen manifestaciones espontáneas del pueblo agradecido por la acogida que muchos dominicanos de humilde extracción social han encontrado en esas islas durante emigraciones seculares. Allí no sólo han ido a trabajar, sino a estudiar desde el siglo antepasado. Son incontables los dominicanos que han casado con residentes de aquellas antillas y viceversa. Los apellidos de esa procedencia son numerosos, sobre todo de Curazao, a donde aumentaron viajes constantes después de la caída del trujillato de mujeres que compraban mercancías, principalmente ropa de vestir, para negocios.
Cuando Thelma Frías enumeraba sus aportes, se admiraba del crecimiento de esta colonia que ya había creado allí un Banco de Sangre y la Fundación Fervorosos de la Altagracia, incrementado sus actividades sociales, superando, en gran medida, decía, “El humillante estado de cosas que existía cuando este Consulado era controlado y sometido a segundo plano...”..
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