El 27 de febrero por la noche todo
estaba preparado para dar el golpe contra la dominación haitiana, contando los
dirigentes de la Revolución con el concurso de los batallones 31 y 32,
compuestos por dominicanos y reintegrados a la plaza de Santo Domingo apenas el
30 de agosto, así como con el apoyo de los hermanos Pedro y Ramón Santana, cuyo
prestigio en el Este aseguraba el concurso de toda la región oriental.
El plan de los revolucionarios era
tomar posesión de todos los fuertes de la vieja muralla que rodeaba la ciudad,
tanto como del puerto y de la barca que enlazaba el barrio de Pajarito (actual
Villa Duarte) en la parte donde antiguamente se fundó Santo Domingo, y la
ribera occidental del río, contando para ello con numerosos oficiales y clases
de la guarnición capitaleña que se habían comprometido en la revuelta.
Serra relata: "…
se señaló el 27 de febrero a las 11 de la noche para proclamarse el
advenimiento de la República Dominicana…" El punto de reunión era la Plaza
de la Misericordia, al lado de la puerta que se conoce ahora como Puerta de
la Misericordia. Continúa Serra:
"Creíamos que el número de los concurrentes sería mayor, pero
desgraciadamente éramos muy pocos. Comprometida es la situación, dijo Mella, juguemos el todo por el
todo; y disparó al aire su trabuco."
Este disparo marcó el inicio de la abierta acción separatista.
Acercándose entonces
todos los patriotas al Baluarte del Conde, el cual fue entregado a los febreristas por el Oficial Comandante, jefe de destacamento
militar del Conde, Teniente Martín Girón, quien había sido conquistado por don
Manuel Jimenes, el mismo que en un futuro habría de ser Presidente de la
República. Desde ese momento, el Baluarte del Conde quedó convertido en cuartel
general y centro principal de la Revolución, al dirigirse desde allí todas las
operaciones e instalarse el primer Gobierno de la República, presidido por
Sánchez, y con la denominación transitoria de Junta Gubernativa Provisional, de
la cual formaban parte además, Ramón Mella, José Joaquín Puello, Remigio del
Castillo, Wenceslao de la Concha, Mariano Echavarría y Pedro de Castro y
Castro.
Luego que los rebeldes
tomaron posesión del Baluarte, José Llaverías abrió el portón con una bayoneta
a fin de que por ella penetraran los primeros refuerzos que recibió la
República, llegados del cercano pueblo de San Carlos [en la actualidad, un
barrio de la ciudad de Santo Domingo] al mando de Eduardo Abreu. El Teniente
Ángel Perdomo preparó la artillería del mismo, así como la del fuerte de La
Concepción; entre los que lo ayudaron hay que agregar a la tía de Sánchez, la
heroica e infortunada María Trinidad Sánchez, quien "en sus propias faldas
conducía pólvora para las murallas" y repartía cartuchos en las murallas.
La incursión realizada
esa noche por el Coronel Deo Hérard (hijo del Presidente Charles Hérard ainé), se replegó al ser recibida por una nutrida descarga
disparada por los patriotas.
La República
Dominicana fue proclamada, en ausencia
de Duarte, la noche del martes 27 de febrero de 1844 en la puerta de El Conde de la ciudad de Santo Domingo
por Tomás Bobadilla, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Manuel
Jimenes, Vicente Celestino Duarte, José Joaquín Puello, Gabino Puello, Eusebio
Puello, Eduardo Abreu, Juan Alejandro Acosta, Remigio del Castillo, Jacinto de
la Concha, Tomás de la Concha, Cayetano Rodríguez, Félix María del Monte y
otros patriotas. En el Seybo, el mismo 27 en la madrugada, Pedro Santana, ya se
había adelantado proclamando la Separación de Haití, siendo aclamado General
del Ejército.
El día 28 de febrero,
al amanecer, grupos de dominicanos tenían cercada La Fuerza (actualmente, Fortaleza Ozama) y todos los puestos de
guardia haitianos, y turbas amenazadoras se arremolinaban en torno a las
residencias de las personalidades haitianas de mayor significación; además, ya
patrullas dominicanas recorrían todas las calles de la ciudad, Evidentemente
amedrentado por la actitud agresiva de los dominicanos, el comandante General
Henri Etienne Desgrotte suscribió dos cartas: una dirigida al Cónsul
Saint-Denys, manifestándole el grave peligro que corrían los miembros de la
colonia haitiana, dejando constancia de su disposición para iniciar
negociaciones con los insurrectos; y la otra, dirigida a los revolucionarios de
la Puerta del Conde, invitándolos a darle a conocer sus propósitos y sus
aspiraciones. Esta gestión del General Desgrotte fue conocida por la Junta
Gubernativa Provisional que se había constituido, de facto, desde la noche
anterior.
La Junta Provisional
respondió por escrito diciendo que la privación de nuestros derechos, las vejaciones y la mala
administración del gobierno haitiano, nos ha puesto en la firme e
indestructible resolución de ser libres e independientes, a costa de nuestras
vidas y nuestros intereses, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar
nuestra voluntad.
Mientras se escribía
esta declaración, el tambor redoblaba incesantemente en el Baluarte, tocado por
el soldado Nicolás de Bari en señal de libertad.
Los haitianos se
consideraron sin fuerzas para combatir un alzamiento de tal magnitud, y para
protegerse apelaron a los buenos oficios del Cónsul de Francia, Saint-Denys.
Las negociaciones por intermedio del Cónsul francés avanzaron en el curso del
día 28 y al llegar la noche, Desgrotte y sus oficiales y soldados habían
capitulado mediante un documento de diez puntos que firmaron: la comisión
designada por la Junta para negociar, la Junta misma, los comisionados de
Desgrotte el propio Desgrotte y finalmente el Cónsul de Francia. La capitulación
por parte de los haitianos garantizaba la entrega pacífica del Poder a los
dominicanos y facilitaba la salida de los funcionarios depuestos y sus
respectivas familias dentro de un plazo razonable y en condiciones honorables.
Aquel mismo día se
confeccionaba la primera bandera dominicana, creada con elementos de la
misma haitiana, colocándole a ésta una cruz blanca que partía en cuarteles las
dos franjas horizontales -azul y rojo- del pabellón occidental. Posteriormente
los cuadros azules y rojos de la bandera dominicana fueron alternados. La
tradición popular le atribuye la confección de la primera bandera a Concepción
Bona, vecina del célebre Baluarte.
El primer himno dominicano fue obra del escritor Félix María del Monte, teniente
de la Guardia Nacional, quien lo improvisó mientras prestaba servicios en la
Fortaleza Ozama el primero de marzo de 1844.
Con la entrega de la
fortaleza, el arsenal y las oficinas de Hacienda, la Revolución se adueñó
totalmente del poder el día 29 de febrero por la mañana y la Junta provisional
dejó solemnemente constituida la República Dominicana nombrando, al mismo
tiempo, varios delegados para que visitaran los demás pueblos de la parte del
Este para comunicar las noticias de la Separación y tratar de que esos pueblos
proclamaran a su vez su separación de Haití.
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